lunes, 8 de octubre de 2012

Las becas Erasmus en peligro

"Para el hombre dichoso
todos los países son su patria".
Erasmo de Rótterdam



Ya está. Se acabó. No hay más dinero para los estudiantes Erasmus. Ese es el anuncio que se ha hecho desde la Unión Europea. Así, de un plumazo, acaban con uno de los símbolos de la integración europea. De la integración de los ciudadanos europeos en el macroproyecto político que lleva gestándose desde el fi de la II Guerra Mundial.

La noticia es mala para todos, pero pésima para España porque el país mediterráneo se ha convertido en el principal país de destino y en el mayor exportador de estudiantes pese a recibir menos fondos que muchos de sus socios transpirenaicos.

La oposición de países del norte, especialmente Alemania y Finlandia está entorpeciendo el desvío de ayudas desde otros programas menos agraciados, como si hubieran olvidado los alemanes cómo empezó a tomar forma el proyecto paneuropeísta.

Cómo nacieron las becas Erasmus

Los primeros 3.000 estudiantes que disfrutaron de la posibilidad de estudiar en universidades foráneas gracias al European Community Action Scheme for the Mobility of Univertity Students (Plan de la Comunidad Europea para la Mobilidad de Estudiantes Universitarios), lo hicieron en 1987 con una oferta que no superaba la decena de instituciones.
Desde entonces, más tres millones de estudiantes han ido formándose en más de una treintena de países europeos, lo que ha hecho posible el nacimiento de una verdadera generación europea, como afirmó en cierta ocasión el escritor Umberto Eco.

Pero...¿cómo nacieron? ¿De dónde nace la idea? En 1987 se creó este plan que fue bien acogido por la comunidad universitaria y grandes personalidades de la política europea, como el entonces Comisario europeo de Educación Manuel Marín, François Mitterrand y Felipe González.
En 1995 se incluyó dicho plan en el programa Sócrates de mobilidad universitaria

Hasta ahí todo muy bien. Bonitos datos, pero ¿de dónde vienen idea y nombre? Pues para saber más hay que remontarse nada más y nada menos que a la Europa del siglo XV.

Fue en esta época cuando el humanista holandés Erasmo de Róterdam, que había estudiado en la prestigiosa Universidad de París, viajó a Inglaterra para aprender de los mejores y enseñar como uno de los grandes -fue profesor en Cambridge y recibió propuestas para quedarse-. Poco tiempo después partió a Italia, donde contactó con opositores a la opresión de la Iglesia y otros intelectuales del momento con quienes mantuvo fuertes lazos de amistad hasta el final de sus días.

Pero este filósofo no se quedó en Italia: marchó después a Suiza, fustigado, tal vez, por su detractores. ¿Y terminó ahí sus viajes? ¡De ninguna manera! Conoció también la Alemania luterana, lo que hizo que sus posiciones se radicalizaran aún más.

Al final de su vida, Erasmo de Rótterdam soñaba con que los futuros estudiantes viajaran por el continente europeo adquiriendo e intercambiando ideas y conocimientos con los que mejorar el mundo, y asu muerte legó sus bienes a instituciones y estudiantes para hacer realidad su sueño.

Desgraciadamente, el sueño de una Europa unida por el conocimiento se desgaja como la Europa económica por la falta de valores y voluntades.

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