Como ya he dicho en varias ocasiones en este blog, fui a Roma a estudiar en la Scuola Superiore per Mediatore Linguistici Gregorio VII di Roma porque ese fue el destino que me procuró la Universidad de Granada.
He de decir que partí con algo de preocupación, pues el papeleo Erasmus, aunque corto, puede llegar a agobiar a causa de los plazos; pero, finalmente, me encontraba en Roma.
Las clases iban a comenzar en octubre. Yo ya llevaba un mes allí, justo desde cuando la escuela decidió ofertar cursos de idiomas mientras terminaba unas obras de acondicionamiento del edificio adyacente, donde se trasladaba parte de la institución. Finalmente, las clases empezaron en noviembre.
La verdad es que poco puedo decir de los profesionales que trabajaban en la SSML Gregorio VII. La diferencia con la UGR no era excesivamente grande, salvo por el ritmo y el volumen de trabajo, considerablemente menores en Roma.
Esta experiencia, sumada a algunas anteriores en Dublín y Cambridge, me llevó a pensar que quienes pretenden igualar nuestra educación a la europea, no son realmente conscientes del daño que harán a las futuras generaciones. Y no, no es una crítica al Plan Bolonia, sino al pobre estado de la educación en Europa.
La escuela se encuentra caminando por Via Flaminia, y la tranquilidad que allí se respira es una muestra más de la buena harmonía entre los alumnos y los profesores. Una imagen bonita.
Pero ya me advirtieron antes de salir de la UGR, como si en Granada las cosas funcionaran mucho mejor, de que en Italia corría el riesgo de que nada fuera como se esperaba.
Además de unos contenidos pobres, salvo en asignaturas como Sociologia del Turismo o las clases de Interpretazione, Dizione italiana o Lingua portughese, la escuela se enfrenta a la falta de medios técnicos con los que sí cuentan otras instituciones como la FTI de Granada. No hay laboratorios de idiomas con cabinas para la interpretación, y la sala multimedia o de informática no cuenta con suficientes equipos.
Por si esto fuera poco, el desorden reina tanto dentro como fuera, y no es más que el reflejo del desorden nacional. Y sin embargo, los alumnos salen preparados. Saben hacer su trabajo a la perfección gracias al enorme valor humano y profesional del personal docente.
Cierto es que los métodos me resultaron poco ortodoxos, pero mereció la pena someterse a ellos y observar cada día el crecimiento interior. Mereció la pena.
Hoy, si alguien me preguntara si volvería, diría que no, que no puedo con tanta burocracia, plazos y caos; pero recomendaría a otros más valientes el ir allí y probar lo que significa la SSML Gregorio VII di Roma.
Y al hilo de esto, si alguien me preguntara qué asignaturas cursar, lo tengo claro: Italian Arts & Culture, Dizione italiana, Lingua portughese, Sociologia del Turismo, y Letteratura inglese.
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