Sí, me dirijo a ti porque sé que esto te interesará. Sé que pocos como tú apreciarán la imagen que he visto esta misma tarde de vuelta a Granada.

Leía. No había mucho más que hacer a las cuatro de la tarde. De vez en cuando miraba por la ventana del autobús para ver el paisaje amarillento de la Almería profunda, de la gran desconocida. Un territorio yermo, seco, azotado por el sol incluso los días nublados.
Casi no había pegado ojo la noche anterior, así que dejé que el sueño me venciera hasta llegar a mi destino.

A lo lejos se levantaba el campanario de la catedral de Guadix, donde nos acercábamos para hacer la última parada del camino. La ciudad crecía a medida que avanzábamos y sus formas, como delineadas por un invisible artista, se hacían robustas bajo el sol rojizo de la tarde.
Tendrías que haber visto aquellos colores. Nunca antes la divina paleta de la naturaleza los había retocado de tal manera: entre los ramajes se distinguían tonalidades de verdes y clareaba alguna hoja amarillenta, colorida heraldo del otoño que entra.

Guadix queda atrás cuando lo dejamos, y la catedral se despide del viajero atento a su sonido. Son las siete de la tarde y al sol le quedan pocas horas de vida. Pero las justas. Las justas para dejarnos llegar a la capital a través de las peñas grises y los valles fértiles de esta tierra mágica.
En fin, hasta aquí puede narrar mi pluma, sin tinta ya de la emoción. Seguro que tu ojo sería mucho más certero con una cámara, seguro que tú hubieras arrancado un recuerdo imborrable a estos lugares.
Te dejo ya, voy a tratar de recordar...
Francisco Cano Carmona.
Granada, 30-8-12
Como de costumbre, querido Francisco, al leerte, veo lo mismo que tu, y me parece haber hecho ese viaje en autobús contigo. En breve volveré a Granada, cámara en mano, si Dios quiere...
ResponderEliminarMuchas gracias, Víctor. A ver si nos vemos pronto en Granada...ya echo de menos una visita.
ResponderEliminarEspero que la próxima vez os acordéis de hacer una parada en la Alhambra. Uno no se cansa de admirar Granada desde la Alcazaba y los espléndidos jardines del Generalife, sin menospreciar los impresionantes Palacios Nazaríes de la Alhambra.
ResponderEliminarUn saludo
Hola La Alhambra:
EliminarEfectivamente, uno no se cansa nunca de esas vistas divinas. Desde cualquier punto de Granada, la ciudad parece una bella paleta con la que dibujar la realidad.
No me olvido de la Alhambra y tengo en cuenta la propuesta.
Un saludo.