sábado, 4 de febrero de 2012

Erasmus en Roma: Roma Imperial (I)


"El Coliseo en ruinas es la taza rota
del desayuno de los siglos".
(R. Gómez de la Serna)



El recorrido de la Roma imperial es, si se me permite decirlo, uno de los itinerarios más impresionantes que puede hacer el viajero, tal vez por la cantidad de monumentos que lo llevarán a darse de bruces con uno de los períodos más importantes y decisivos de la historia del mundo.
A través de la ruta o percorso imperial, el viajero aprenderá como nunca sobre la historia de la Antigüedad romana y, por ende, de la suya propia, y tendrá la inigualable oportunidad de comprender por qué su mundo es como es y no de otro modo.

El recorrido puede abordarse, como es obvio, de diferentes maneras: la línea B de metro puede llevarnos desde Termini al Coliseo, al Circo Massimo o a la Pirámide, puntos clave de la ruta. Sin embargo, quien realmente quiera saborear las maravillas que ofrece Roma, tiene que hacerlo a pie.

Así, partiendo desde Termini, caminaremos hasta Piazza della Repubblica para enfilar Via Nazionale hasta el área imperial. Quienes decidan caminar por la paralela Via Cavour, disfrutarán del espectáculo que supone encontrarse con las vistas del Coliseo que sobresale desde su hondonada sobre buena parte de la ciudad. Unas vistas maravillosas, sin duda, que impactan como pocas en la retina del visitante. Pero nosotros iremos, como he dicho, por Via Nazionale, que será también el punto de inicio de los otros dos recorridos.

Nuestra primera parada la haremos en los Mercados de Trajano, una bella construcción convertida hoy en museo y desde donde se contemplan unas impresionantes vistas a los foros con el Coliseo como fondo. La visita al museo, no obstante, puede posponerse si uno no goza del suficiente tiempo, ya que en Roma oscurece bastante pronto y, una vez que la luz del sol se ha ido, la ciudad ofrece una impresión algo más oscura, no tan impresionante –aunque no por ello dejo de aconsejar una visita nocturna al Coliseo–.

Junto a los Mercados de Trajano encontramos una escalinata que nos evita dar un rodeo por Via 4 Novembre hasta Piazza Venezia. Al bajar por ella nos encontramos ya en el área de los Foros Imperiales, donde el viajero puede disfrutar de un espectacular paseo por la historia de Romam contemplando las ruinas –muchas de ellas en muy buen estado– de lo que en otro tiempo fue el corazón de la ciudad. Hay cinco grandes áreas que ver de camino al Coliseo: los Foros de Trajano, los de César, los de Augusto, los de Nerva y, finalmente, los Fori della Pace.

Los foros fueron extensiones que diferentes emperadores realizaron del centro administrativo de la ciudad. El primero fue de César, y a este lo siguió el de Augusto. La dinastía Flavia aportó el Foro de la Paz, levantado junto al Coliseo por Vespasiano, quien también ordenó la construcción del anfiteatro pagado con el botín del saqueo de Jerusalén tras pacificar la Rebelión de Judea en el año 70 d.C.; y Domiciano, último representante de la mencionada dinastía, construyó el foro que terminaría Nerva. Las estatuas de estos emperadores pueden observarse hoy junto a sus respectivos foros a modo de firma póstuma.

Caminando a través de Via dei Fori Imperiali llegamos hasta uno de los monumentos más importantes de Roma y del mundo que construyó: el Coliseo.
Esta imponente construcción se alza en una pequeña hondonada donde se encontrara la Domus Aurea, residencia que Nerón se regaló después de haber incendiado la ciudad en el año 64 d.C. Fue construido por Vespasiano y concluido por su hijo menor, Domiciano. Su historia, como su concepción en el imaginario popular, está estrechamente ligada a las luchas de gladiadores y a las ejecuciones públicas.
Toda una obre de arte dedicada a la muerte en pleno corazón de un imperio que se extendió por todo el Mediterráneo…sobran las palabras…
Junto al Coliseo se levanta el Arco de Constantino, una maravilla que canta las victorias de este emperador sobre Majencio en la batalla del Puente Milvio –más conocido por los candados que cuelgan en él los enamorados–. Un poco más allá, sobre el monte Palatino se extiende el Museo Palatino, una vasta extensión arqueológica donde el visitante tiene la oportunidad de fundirse completamente con la historia.
Algunos de los puntos más representativos de esta zona son la Casa de Augusto, la Domus Flavia, el Estadio, el Templo de Cibeles y el Arco de Tito. Desde el Palatino se accede también al interior de los foros. Nada como un largo paseo al atardecer por los restos de un mundo al que el tiempo no perdonó.

Recomiendo al visitante comprar la entrada conjunta al Palatino y al Coliseo pues, además de la reducción por edad a los ciudadanos de la Unión Europea, disfrutarán de otro pequeño descuento.

Asimismo, recuerdo a quien se disponga a visitar tanto el Palatino como el anfiteatro, que el Coliseo cierra sus puertas a las 16:30, y que su última entrada permitida es a las 15:30. No obstante, que no se preocupe quien no haya podido entrar el día en que sacó su entrada, ya que esta es válida también para el día siguiente. Otra recomendación útil: comprad la entrada en el Palatino, menos concurrido que el Coliseo, ya que quienes tengan entrada se ahorran una larga fila de entrada al anfiteatro.
Y hasta aquí la primera parte de nuestro recorrido por la Roma imperial. En la próxima entrada: la pirámide, el Circo Massimo, el Panteón y otras importantes áreas de la Roma antigua...

jueves, 2 de febrero de 2012

Erasmus en Roma: cómo pasar los tres primeros días

"El cabalgar, el viajar y el mudar de lugar
recrean el ánimo".
(L.A. Séneca)


El primer contacto que un viajero tiene con un lugar es fundamental hasta el punto de que puede marcar el resto del viaje y la manera en la que uno se relaciona con su entorno. En el aeropuerto comprendí que Italia, al menos su capital, era un mundo totalmente distinto al que cualquiera pueda imaginar.
Pero dejamos mi relato en mi llegada al hotel. Allí permanecería tres días exactos. Ni un minuto más ni un minuto menos. Durante esos tres días, mi cometido sería encontrar vivienda para el curso que comenzaba.

Debo decir, antes de continuar y desubicar al lector interesado en esta experiencia, que la Universidad de Granada no me mandaba, como muchos han estado creyendo erróneamente pese a mis aclaraciones, a la Sapienza; sino a una escuela superior, la Scuola Superiore per Mediatore Linguistici Gregorio VII Roma, situada muy cerca de Piazza del Popolo, al salir por Via Flaminia.

Por casualidades de la vida, el hotel en el que me albergaba al principio, Picasso, había llegado a acuerdos con otros hoteles de la zona, de modo que me trasladaron a otro hotel cercano que, de seguro, fue una magnífica oportunidad para desplazarme de manera más rápida y directa a las zonas más interesantes. De este modo, con la inestimable ayuda de uno de los recepcionistas del hotel, me puse manos a la obra en mi tarea de buscar alojamiento.

Me veo obligado, sin embargo, a decir antes de continuar que la habitación donde me hospedé era de unas dimensiones minúsculas hasta el punto de poder casi afirmar que no hay en el mundo un cubículo menor. Tampoco disponía de conexión a Internet, lo que dificultó bastante mi búsqueda. Tampoco las vistas eran magníficas: una terraza llena de baños rotos; pero, claro está, eso solo podía interesar a un turista. Yo no estaba allí para disfrutar de la ciudad, sino para encontrar un lugar donde quedarme.

De esta guisa me hallaba en la Ciudad Eterna. Lo primero que hice fue plantear mi situación. Por suerte, ya había contactado con algunos propietarios e inquilinos de apartamentos en Roma, por lo que me permití el lujo de tomarme la situación con más calma. Lo bueno de mi situación era, como dije, el pronto acceso a las zonas que más me interesaban en aquel momento, así como la gran cantidad de servicios que pueden encontrarse a lo largo de Via Nazionale, a pocos minutos de Termini.
Para quien pretenda pasar una larga temporada en un lugar, más aún si se trata de una ciudad como Roma, es de vital importancia conocer los principales sitios y cómo está configurada la ciudad, amén del idioma. Por este motivo, aproveché mis tres primeros días para conocer la capital al tiempo que buscaba alojamiento.

Para conocer Roma en tan poco tiempo, dividí la ciudad en tres recorridos o percorsi que desarrollaré mejor en sucesivas entradas. Dichos recorridos fueron: Roma imperial, cristiana o vaticana, y Roma bella, cuyas principales imágenes se pueden ver ya en el vídeo Scoprire Roma, en YouTube a través del canal Globoviajero. Huelga decir que aquellos tres días, si se saben aprovechar, bastan a cualquiera, viajero o turista, para enamorarse definitivamente de la ciudad que un día viera nacer la mayor de las civilizaciones.

Lo bueno de estos tres recorridos es que uno puede iniciar siempre desde el mismo punto sin perder un solo instante en desplazamientos, ya que seguí caminos que, salvo en algún momento puntual, están bien definidos y se alejan los unos de los otros. Así, el itinerario de la Roma imperial pasa por lugares como los mercados de Trajano, los Foros Imperiales, el Palatino o el Coliseo; el de la Roma cristiana o vaticana se desarrolla por lugares como Santa Maria degli Angeli e dei Martiri, Santa Maria Maggiore, San Giovanni o el Vaticano; mientras que el de Roma bella transcurre por lugares tan emblemáticos como la Fontana di Trevi, Piazza del Popolo, Piazza di Spagna, o Piazza Navona.

Así, durante tres tres días un viajero puede conocer rápidamente Roma y, además, instalarse en ella. Yo vine a instalarme, por fin, cerca de la estación Tiburtina, a media hora en autobús de la Gregorio VII; y mientras tanto, tuve el placer de ver la ciudad.

El instalarme o, mejor dicho, el encontrar un lugar donde instalarme no fue tarea sencilla: a la limitación de no disponer de Internet en el hotel se sumaba la extendida costumbre del perditempo; esto es, el hábito de concertar una cita para ver o, en el mejor de los casos, firmar un contrato con un propietario que no presenta o, de hacerlo, es para decir que no se llevará a cabo acuerdo alguno.
No creo necesario extenderme en que esta actitud cansa enormemente a locales y foráneos por igual, y da buena muestra del desinterés que muchos propietarios tienen en los negocios, así como el poco valor que dan al tiempo propio y ajeno.

No obstante, gracias a que ya en España había contactado con algún propietario, pude instalarme felizmente en un pintoresco apartamento de las afueras, piso que he compartido hasta el final con un bello grupo de artistas que me acogieron cálidamente y a quienes estoy profundamente agradecido.
Quienes estén interesados en encontrar alojamiento, al hilo de lo que digo, de un modo sencillo y antes de ir a la ciudad, puede usar Easystanza, versión italiana de Easypiso, donde encontrará cientos de anuncios de un gran interés.

En fin, como veis, Italia es, sin duda alguna, un país con dos almas…