jueves, 2 de febrero de 2012

Erasmus en Roma: cómo pasar los tres primeros días

"El cabalgar, el viajar y el mudar de lugar
recrean el ánimo".
(L.A. Séneca)


El primer contacto que un viajero tiene con un lugar es fundamental hasta el punto de que puede marcar el resto del viaje y la manera en la que uno se relaciona con su entorno. En el aeropuerto comprendí que Italia, al menos su capital, era un mundo totalmente distinto al que cualquiera pueda imaginar.
Pero dejamos mi relato en mi llegada al hotel. Allí permanecería tres días exactos. Ni un minuto más ni un minuto menos. Durante esos tres días, mi cometido sería encontrar vivienda para el curso que comenzaba.

Debo decir, antes de continuar y desubicar al lector interesado en esta experiencia, que la Universidad de Granada no me mandaba, como muchos han estado creyendo erróneamente pese a mis aclaraciones, a la Sapienza; sino a una escuela superior, la Scuola Superiore per Mediatore Linguistici Gregorio VII Roma, situada muy cerca de Piazza del Popolo, al salir por Via Flaminia.

Por casualidades de la vida, el hotel en el que me albergaba al principio, Picasso, había llegado a acuerdos con otros hoteles de la zona, de modo que me trasladaron a otro hotel cercano que, de seguro, fue una magnífica oportunidad para desplazarme de manera más rápida y directa a las zonas más interesantes. De este modo, con la inestimable ayuda de uno de los recepcionistas del hotel, me puse manos a la obra en mi tarea de buscar alojamiento.

Me veo obligado, sin embargo, a decir antes de continuar que la habitación donde me hospedé era de unas dimensiones minúsculas hasta el punto de poder casi afirmar que no hay en el mundo un cubículo menor. Tampoco disponía de conexión a Internet, lo que dificultó bastante mi búsqueda. Tampoco las vistas eran magníficas: una terraza llena de baños rotos; pero, claro está, eso solo podía interesar a un turista. Yo no estaba allí para disfrutar de la ciudad, sino para encontrar un lugar donde quedarme.

De esta guisa me hallaba en la Ciudad Eterna. Lo primero que hice fue plantear mi situación. Por suerte, ya había contactado con algunos propietarios e inquilinos de apartamentos en Roma, por lo que me permití el lujo de tomarme la situación con más calma. Lo bueno de mi situación era, como dije, el pronto acceso a las zonas que más me interesaban en aquel momento, así como la gran cantidad de servicios que pueden encontrarse a lo largo de Via Nazionale, a pocos minutos de Termini.
Para quien pretenda pasar una larga temporada en un lugar, más aún si se trata de una ciudad como Roma, es de vital importancia conocer los principales sitios y cómo está configurada la ciudad, amén del idioma. Por este motivo, aproveché mis tres primeros días para conocer la capital al tiempo que buscaba alojamiento.

Para conocer Roma en tan poco tiempo, dividí la ciudad en tres recorridos o percorsi que desarrollaré mejor en sucesivas entradas. Dichos recorridos fueron: Roma imperial, cristiana o vaticana, y Roma bella, cuyas principales imágenes se pueden ver ya en el vídeo Scoprire Roma, en YouTube a través del canal Globoviajero. Huelga decir que aquellos tres días, si se saben aprovechar, bastan a cualquiera, viajero o turista, para enamorarse definitivamente de la ciudad que un día viera nacer la mayor de las civilizaciones.

Lo bueno de estos tres recorridos es que uno puede iniciar siempre desde el mismo punto sin perder un solo instante en desplazamientos, ya que seguí caminos que, salvo en algún momento puntual, están bien definidos y se alejan los unos de los otros. Así, el itinerario de la Roma imperial pasa por lugares como los mercados de Trajano, los Foros Imperiales, el Palatino o el Coliseo; el de la Roma cristiana o vaticana se desarrolla por lugares como Santa Maria degli Angeli e dei Martiri, Santa Maria Maggiore, San Giovanni o el Vaticano; mientras que el de Roma bella transcurre por lugares tan emblemáticos como la Fontana di Trevi, Piazza del Popolo, Piazza di Spagna, o Piazza Navona.

Así, durante tres tres días un viajero puede conocer rápidamente Roma y, además, instalarse en ella. Yo vine a instalarme, por fin, cerca de la estación Tiburtina, a media hora en autobús de la Gregorio VII; y mientras tanto, tuve el placer de ver la ciudad.

El instalarme o, mejor dicho, el encontrar un lugar donde instalarme no fue tarea sencilla: a la limitación de no disponer de Internet en el hotel se sumaba la extendida costumbre del perditempo; esto es, el hábito de concertar una cita para ver o, en el mejor de los casos, firmar un contrato con un propietario que no presenta o, de hacerlo, es para decir que no se llevará a cabo acuerdo alguno.
No creo necesario extenderme en que esta actitud cansa enormemente a locales y foráneos por igual, y da buena muestra del desinterés que muchos propietarios tienen en los negocios, así como el poco valor que dan al tiempo propio y ajeno.

No obstante, gracias a que ya en España había contactado con algún propietario, pude instalarme felizmente en un pintoresco apartamento de las afueras, piso que he compartido hasta el final con un bello grupo de artistas que me acogieron cálidamente y a quienes estoy profundamente agradecido.
Quienes estén interesados en encontrar alojamiento, al hilo de lo que digo, de un modo sencillo y antes de ir a la ciudad, puede usar Easystanza, versión italiana de Easypiso, donde encontrará cientos de anuncios de un gran interés.

En fin, como veis, Italia es, sin duda alguna, un país con dos almas…

2 comentarios:

  1. Tras leer con interés tu comentario cualquiera diría que esos tres días fueron amenos, no por el hecho de conocer la ciudad de la manera más rápida posible, sino por el trato recibido.
    Está claro, si alguna vez paso una temporada en Italia no dudaré en pedirte consejo para buscar piso.

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  2. Muchas gracias, Lola, por tu comentario. Efectivamente, estos tres días resultaron ser maravillosos; Roma de día y de noche es una experiencia que merece la pena vivir.

    Roma es, por desgracia, una ciudad cara para vivir; no obstante, aún esto merece la pena.

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