La muerte nos iguala a todos. Parafraseando a Cervantes en El Quijote, la muerte es como el ajedrez, mientras dura el juego cada pieza tiene una función sobre el tablero; pero una vez terminada la partida, el rey y el peón van a la misma caja.
Sin embargo, ni aún en la muerte -o en el modo de afrontarla- somos iguales. Las diferencias culturales se manifiestan incluso en el momento final. Veamos, en vísperas del Día de los Fieles Difuntos y de Todos los Santos, algunas de las maneras en la que se celebra esta día.
España
El Día de las Ánimas, el Día de los Difuntos...así se conoce a los días entre el 31 de octubre y el 2 de noviembre.
Pero no siempre se celebró esta fiesta en dicha fecha, no. En realidad la celebración en todo el mundo cristiano solía celebrarse a mediados de mayo, el 13 de dicho mes, para ser más exactos; pero los papas Gregorio III y Gregorio IV tomaron la decisión de reubicarla en el calendario para hacerla coincidir con las festividades paganas del 31 de octubre y adaptar así la religión a las costumbres de las nuevas almas sobre las que se extendía el poder del Cristianismo.
A diferencia de lo que ocurre en el mundo anglosajón -si se me permite decirlo-, en España la fiesta adquiere un cariz más profundo, debido, tal vez, a la importancia del catolicismo a lo largo de la historia. Lo tradicional era -pongo el verbo en pasado porque, como ocurre en todo el mundo, las alegres tradiciones foráneas han sustituido a las propias- asar boniatos y castañas que se comían en familia la Noche de Difuntos después de haber pasado el día en el cementerio limpiando la tumba de los familiares perdidos. No obstante, en algunos lugares se preparan también gachas -como las migas de niño- o castañas con leche.
Esa noche, además, se encienden las llamadas mariposas: velas que se colocan en cuencos o pocillos llenos de aceite y agua que iluminan la casa con la función de dar luz a las almas de los finados.
Otra de las bonitas tradiciones -la más bella, si se me permite opinar- consiste en recitar en familia el célebre drama romantico Don Juan Tenorio, de José de Zorrilla. Yo recuerdo, perdonad este comentario en plan abuelo Cebolleta, uno de aquellos recitales en casa de mi abuela con una de mis tías. Esas, y volved a perdonarme, sí son fiestas y tradiciones.
México
A esta festividad se la conoce comúnmente con el nombre de Día de Muertos. En realidad hunde sus raíces en las culturas prehispánicas que dejaron su huella o fueron asimiladas por la religión que desembarcó en el continente con los españoles.
Durante el período de fiesta, se elaboran calavéricas efigies de dulce que llevan el nombre del finado y que comen, sin ánimo de ofensa, familiares y amigos; también dulce es el llamado pan de muerto, que se hornea con diferentes formas y se espolvorea con azúcar.
La tradición, como en otros países, exige que las familias acudan a limpiar las tumbas de sus difuntos y a ofrecerles flores. Cuando no se puede, se hacen floridos altares ricamente decorados para mayor gloria de quienes nos han dejado. Entre las ofrendas realizadas están la fotografía del difunto, estampas representativas de las ánimas en el purgatorio, la cruz de tierra para recordarnos que polvo somos y en polvo nos convertiremos, la flor de cempachúsil, figuras de papel, calabazas y cirios pares (preferiblemente doce) que se colocan en cruz representando los cuatro punto cardinales con el fin de que el alma del difunto encuentre el camino a la luz.
Una de las curiosidades de esta celebración es la creación de rimas o calaveritas: pequeños epitafios en forma de poema que se cantan a personas vivas como si la muerte hablara y bromeara con ellos.
En una ceremonia de la UNESCO celebrada en Francia en 2007, la organización decidió nombrarla Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Estados Unidos
Creo que pocos desconocen las tradiciones estadounidenses. Y es que, gracias en buena medida al cine y a la televisión, el American way ha llegado a todos y cada uno de los rincones del globo.
Pocos son también los países en los que no se celebra Halloween, la festividad de difuntos propia del mundo anglosajón.
En realidad, la festividad no nació en Estados Unidos, sino en la metrópoli europea, desde donde saltó al continente americano a mediados del siglo XIX con la llegada masiva de irlandeses; aunque no fue hasta los primeros años de 1920 cuando la fiesta quedó irremisiblemente ligada al país.
Lo que ocurre ese día lo tenemos más que sabido: los niños y jóvenes se disfrazan para espantar a los malos espíritus y recorren las calles de las ciudades pidiendo dulces y caramelos a sus vecinos al grito de Trick or treat! (truco o trato), lo que significa que el vecino tacaño puede sufrir las consecuencias de no contribuir con lo que se espera.
Reino Unido
Si he sido tan escueto antes, es porque pretendo explicar aquí el origen de la tradición y de algunos símbolos de la festividad, ya que Halloween nació, precisamente, en las islas británicas.
Los celtas ya celebraban fiestas en honor a sus guerreros caídos y a sus difuntos al término del verano, cuando la línea que separaba el mundo de los vivos del de los muertos se estrechaba hasta unirlos. De hecho, cuando los romanos conquistaron Britania fundieron la fiesta celta con la propia -en honor a Pomona, diosa de las cosechas- y de ahí que las manzanas sean hoy un símbolo de esta festividad.
En el mundo antiguo ya se disfrazaban de demonios para ahuyentar a los espíritus malignos, y sólo hospedar a los benignos.
En fin, algunos de los símbolos más importantes y reconocidos de Halloween son las manzanas -con las que se juega al apple bobbing-, las máscaras y disfraces, el fuego y, cómo no, las calabazas.
Precisamente sobre la calabaza hay mucho que hablar. Se dice que los emigrantes irlandeses, antes de llegar a Estados Unidos, tallaban nabos pero al descubrir las calabazas y que eran mucho más grandes y, por ende, más fáciles de trabajar, las adoptaron rápidamente.
¿Y de dónde viene la calabaza? La calabaza representa a un creído y pendenciero granjero que tuvo la osadía de enfrentarse al diablo y del que hablaré -os lo prometo- en la próxima entrega.
Japón
Cultura milenaria. El país del sol naciente. Japón es una tierra que llama la atención, que atrae al viajero por su larga historia y su cultura. En Japón la muerte es vista como una manifestación más del movimiento del universo, no como el final de la vida.
A mediados de julio, los japonenes acuden a limpiar las tumbas de sus antepasados y a visitar las casa donde nacieron o vivieron. Ese día, además, de acuerdo con la creencia de que las almas de los finados vuelven al mundo de los vivos, se preparan platos especiales con los que honrar a quienes abandonaron el humano mundo.
Por todo el país se suceden los actos religiosos y los rezos, pero también bailes y festivales con los que calmar y agradecer a los difuntos la suerte que procuran a la familia. Como en muchas culturas, la luz, el fuego tienen una importancia "vital": las familias cuelgan farolillos en las puertas de las casas para guiar a las almas hasta sus hogares sin que se pierdan en la oscuridad de la noche; así como en lagos, ríos y mares para que sepan volver al mundo de los espíritus. De hecho, en muchas zonas se fabrican pequeñas barcas que se iluminan y se dejan sobre las aguas para que escolten a los espíritus hasta su mundo.
Es imposible abarcar el mundo de los muertos y la mitología desde la perspectiva japonesa, pero podemos echarle un vistazo en próximas entradas...
Me ha gustado mucho, aunque he echado de menos un pequeño recorrido Bolivia,por la cultura en ese día. No podemos olvidar su celebración constante dirigida a la tierra y la vida. Además, no es un país tan desarrollado como los que has mencionado y creo que sigue más cercano a la verdadera tradición que muchos...
ResponderEliminarPero me ha encantado! Un saludo
Hola:
ResponderEliminarGracia por tu comentario, Mª Ángeles. Lo cierto es que había más países en la lista -entre ellos India y China-, pero la extensión me pareció importante.
Tengo en cuenta tu comentario y, para la próxima, estará Bolivia.
Un saludo.
Me alegra que te parecezca oportuno. Más que nada lo decía por que en Bolivia se celebra la vida y no la muerte en ese día. Es muy especial.
ResponderEliminarUn abrazo!