"Hay un libro siempre abierto para todos los ojos:
la naturaleza"
Jean Jacques Rousseau.
Abandono momentáneamente las entradas turísticas, las de mi vida en Roma, cualquiera que no implique romper una lanza en favor del medio natural con el que tan comprometido está este blog y quienes tienen intereses en él.

¿Cómo puede alguien hacer daño a estas hermosas y divertidas criaturas tan cercanas a nosotros?
Damas y caballeros, lectores todos de este blog, pocas veces me habrán leído criticando las actividades y actitudes humanas más allá de los blogs de Sir Fran de Volendam y Un gallo en Alba Lunga, pero es que el hecho clama al Cielo.
Este es el tipo de animaladas que este blog, y el autor especialmente, condena. Más allá de la sobrepesca y las malas prácticas que afectan al medioambiente, este tipo de sucesos son, sin cabe, aún más imperdonables, pues no hay forma de justificarlos de acuerdo al crecimiento humano.
También nos están llegando las noticias de los centenares de delfines muertos en las costas de la hermosa tierra del Perú.

De acuerdo con dicho Gobierno, podría tratarse de una epidemia; pero distintos grupos ecologistas defienden la teoría de la contaminación de mares y océanos como causa última de esta tragedia natural.
Esperemos que la investigación se resuelva pronto y puedan evitarse más hechos como este.
Y es que es fundamental cuidar la salud de nuestro medio ambiente, ya que formamos parte de él y es la base del desarrollo económico y social de todas las naciones del mundo.

Salvar los mares, desiertos y montañas de nuestro planeta es tarea de todos, y desde Por caminos y ciudades apoyamos las iniciativas, gubernamentales o no, que hacia tal fin vayan dirigidas.
Tenemos que promover formas de turismo verde, de pesca y explotación sostenible de los recursos. De lo contrario, el crecimiento humano significará también la destrucción de la especie.
Promovamos un comportamiento cívico. Condenemos las malas acciones contra el medio ambiente. Salvemos la belleza de nuestro planeta. Aseguremos la supervivencia de nuestro mundo y la nuestra propia.
No os lo pido yo. Lo exigen vuestra conciencia y la de vuestros hijos...
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