Cuándo y cómo llegar
Las noches romanas pueden jugar una mala pasada al viajero que, como yo entonces, se disponga a conocer la bota de Europa. Esta fue la razón, si no recuerdo mal y la lengua no me arde lo suficiente, por la que casi no logré subirme al tren que debía llevarme hasta la bella capital toscana; pero mi ansia de viaje pudo con el cansancio y poco después de las seis de la madrugada me encontré cómodamente sentado en uno de esas máquinas que tanto aman los románticos.
La duración del viaje puede variar en función del tipo de tren que decidamos tomar. Mi viaje duró entre tres y cuatro horas, que no disfruté del todo debido a la impenetrable niebla que cubrió el paisaje durante casi todo el trayecto. Sólo en algunos tramos en los que el fenómeno se suavizaba, pude distinguir prados tan verdes como los que me sorprendieron años atrás al cruzar tierras galas, pequeños caseríos y alguna explotación ganadera que me hizo recordar -lo siento, pero aún se me dibuja una sonrisa cuando las veo por España- las ovejas y caballos con los que tanto disfrutaba al cruzármelos por alguna carretera secundaria.
De esta manera, a no mucho más tarde de las nueve de la mañana, descendía del vagón y ponía por primera vez en mi vida un pie en tierra toscana. Florencia se abría durante los dos próximos días ante mí, y tenía que disfrutarla al máximo.
Dónde hospedarse
No os engaño: detesto tener que dar rodeos para alcanzar mis alojamientos cada vez que tengo que salir, pero esta vez consideré buena idea alojarme al otro lado de la ciudad, de modo que de camino a mi albergue, pude ver los principales monumentos de la ciudad.
Hasta el lugar donde me alojaría esa y otra noche más, sin demasiados requiebros callejeros, pude admirar la Signoria, la Piazza della Repubblica, el Palazzo degli Ufizzi, Ponte Vecchio, etc. Y dónde me hospedé, se preguntarán muchos de los ansiosos lectores. Pues bien, aquí os dejo los datos de contacto:
Via Santa Monaca, 6
Tlfno: 39 010222457
Se trata de un albergue juvenil en el que por menos de 15 euros tiene el viajero una confortable litera -en habitaciones diferenciadas por sexo-, un baño comunal limpio y un trato excelente, como es habitual en el país vecino. Aunque no puede el viajero esperar grandes lujos en este lugar -y yo no se los recomiendo a nadie- su posición en la ciudad es inmejorable, ya que a tan sólo unos pasos podemos encontrar también un locutorio, un supermercado, y numerosos locales donde degustar pizza al taglio, kebab, etc.
No obstante, si uno quiere comer bien a buen precio, es mejor darse un paseo por las pizzerías del centro, especialmente las cercanas a la Signoria y la Piazza della Repubblica. Aún así, merece la pena el sitio, como decía, ya que cuenta también con una amplísima cocina común en la que poder prepararte tu propia comida, un enorme "salón" con posibilidad de conexión a Internet y ordenadores propios, lavadoras, etc. Todo, recalco, por un módico precio.
Qué ver
Toda la ciudad es una maravilla para los sentidos. Donde un grupo de música no te arranca un baile, un artista hace lo propio con la risa a base de caricaturas; donde el aroma a pizza es menos intenso, las obras de arte embriagan la vista. Pero, claro está, decir esto y no decir nada viene a ser lo mismo.
Algunos de los lugares que el visitante no puede dejar de ver son il Duomo, diseñado en el siglo XIV por Brunelleschi, con su enorme cúpula que el viajero no puede olvidar visitar, y su campanario, diseñado por el pintor Giotto, con una subida que dejará al caminante sin aliento y unas vistas que resucitarán los ánimos. O el baptisterio, cuyas puertas son llamadas "las del Paraíso" por un comentario de Buonarotti.
Y a pocos metros de allí se encuentran la Piazza della Repubblica, cuyo nombre ha ido cambiando con el paso del tiempo, y la célebre Signoria, desde donde se gobernaba la ciudad durante la Edad Media y el Renacimiento. Precisamente allí podemos ver réplicas de decenas de obras escultóricas -las originales se encuentran dentro del museo-. Más adelante se levanta la Galleria degli Uffizi, un extraordinario museo donde encontraremos obras de Caravaggio, Boticelli y otros grandes artistas italianos.
Al cruzar la columnata del museo, nuestros ojos se deleitan con la visión del archiconocido Ponte Vecchio, con sus bellos ventanales y sus joyerías. Y museos. El viajero no puede dejar de ver alguno de los museos que salpican la capital renacentista.
Entre esos museos están el Palazzo Pazzi, el museo de la ciencia o Museo Galileo Galilei, y la casas-museo de Dante y de Miguel Ángel.
Además, el viajero ávido de cultural religiosa tiene a su disposición decenas de pequeñas iglesias en las que admirar fresco, estatuas y tumbas. O el lindo mercado en el que adquirir tejidos y recuerdos a buen precio. O las callejuelas. O el río. O los puentes...
Por su belleza, no fue agradable para mí tener que dejar Florencia camino de Pisa, donde cambiaría de tren para llegar, un día después a una Génova que prometía ser tan rica en experiencias como en vistas.
A mí Florencia es una de las ciudades que me más me ha gustado, ya que está llena de encanto, culturame e historia, a mí buelta me he currado una mini-guía de viajes....
ResponderEliminarOs dejo el enlace, ya que supongo que le pueda venir bien a algún lector.
Guía turística de Florencia
Saludos