"El tiempo es una cierta parte de la eternidad"
Cicerón
Continúa nuestro recorrido por la Roma imperial por una larga avenida, Coliseo a la espalda, en dirección a Piazzale Ostiense para ver la pirámide que en otro tiempo albergara la tumba del funcionario Cayo Cestio, del que toma el nombre el monumento funerario. ¿Una pirámide a escasos metros del corazón de Roma? Por increíble que parezca, sí. Esta pirámide quedó integrada en la muralla Aureliana y tuvo que ser restaurada por el Papa Alejandro VII.
A este monumento, como al Coliseo y al Circo Massimo se puede acceder con la línea B del metro, además de autobuses que el viajero puede coger muy cerca de Piazza Venezia.
Pero no conviene detenerse demasiado tiempo en este lugar, ya que perderemos la magnífica oportunidad de visitar el Circo Massimo, muy cerca del monumento a la unificación italiana y a Piazza Venezia. El viajero con gran capacidad imaginativa podrá contemplar uno de los mayores monumentos del mundo etrusco en Roma; aunque el graderío es ya inexistente, la pista de carreras y la spina son auténticos testigos mudos de las viejas glorias romanas.
Avancemos un poco más. Cruzando la gran Plaza Venecia descendemos por Via delle Botteghe Oscure hasta las impresionantes ruinas de lo que una vez fuera un gran complejo religioso. Allí podremos admirar algunas de las labores arqueológicas y el avance de los estudios en la zona; además, muy cerca de allí se encuentra la Cripta Balbi, con un pequeño pero completo museo sobre la Edad Media en Roma.
Pero no nos entretengamos en la cripta a menos que dispongamos de tiempo suficiente, ya que no hay forma, a menos que uno conozca la lengua italiana, de aprender mucho sobre el lugar: no hay guías, sólo personal de seguridad que, para más inri, aborda su trabajo sin mucho interés.
Lo realmente impresionante llegará cuando, al avanzar por Via della Rotonda, nos demos de bruces con las espaldas de uno de los monumentos más característicos de la ciudad: el Panteón de Agripa.
Cierto es que la construcción original, levantada a principios del Imperio por el general Agripa, yerno de Augusto, fue destruida por completo y que la actual se debe al emperador Adriano, pero eso no la convierte en menos impresionante.
El Panteón fue construido como lugar de culto dinástico por Agripa, y en honor a las siete divinidades romanas por Adriano. Precisamente a cada una estas divinidades corresponden los templetes del interior. La cúpula casetonada, auténtico atractivo del edificio representaba en su día la bóveda celeste y por su lugar más alto entran aún la lluvia y el sol, dando al interior del monumento un aspecto único digno de admiración.
El Panteón fue construido como lugar de culto dinástico por Agripa, y en honor a las siete divinidades romanas por Adriano. Precisamente a cada una estas divinidades corresponden los templetes del interior. La cúpula casetonada, auténtico atractivo del edificio representaba en su día la bóveda celeste y por su lugar más alto entran aún la lluvia y el sol, dando al interior del monumento un aspecto único digno de admiración.
Con el tiempo, el Panteón de Agripa fue decorado con frescos que pueden admirarse hoy en día, como también pueden admirarse las tumbas de numerosos personajes célebres como los reyes Vittorio Emmanuel II, Humberto I y Margarita, de la casa de Saboya; o los grandes artistas Rafael y Vignola, quienes llegaron a trabajar en el edificio cuando éste se convirtió en la sede de la Academia de los Virtuosos de Roma.
Pero no sólo el Panteón deslumbra al viajero. La belleza de la plaza misma, con su peculiar fuente en el centro, las fachadas de los edificios circundantes, muchos de ellos convertidos en restaurantes, y la continua actividad de cocheros y turistas, hacen del lugar uno de los sitios más bellos de la capital italiana, ya sea de día o de noche.
Hoy en día el Panteón cumple las funciones de iglesia católica, por lo que el respeto por parte del turista ha de ser máximo, hasta el punto de no permitirse ciertas conductas o el molesto rumor de las multitudes.
Y así, aunque quedan por el camino numerosos vestigios del mundo imperial, llegamos al fin de este recorrido. En sucesivas entradas, si así lo permiten los dioses, profundizaremos en la Roma imperial…
*Algunas de las imágenes aquí presentes han sido generosamente cedidas por Alberto Lobato Suárez y María de los Ángeles Cano Carmona, quienes tuvieron a bien visitar la ciudad durante mi estancia en ella y aportaron grandes momentos a la misma.
como siempre increibles felicidades
ResponderEliminarmxc