Una vez vista Roma, toca ponerse a buscar alojamiento para los siguientes cinco meses. La tarea no es sencilla. Pese a que Roma es una de las ciudades más grandes de Europa, la mentalidad tanto de los romanos como de los italianos, no favorece mucho el encontrar un lugar adecuado: faltan residencias estudiantiles y se practica con demasiada frecuencia el perditempo.
Finalmente, como ya dije en una entrada anterior, me alojé muy cerca de la estación Tiburtina. Cosa que, a la larga, terminé agradeciendo. Cierto es que la estación queda bastante lejos del centro, como a 10 o 15 minutos de Termini y a más de 30 de Piazzale Flaminio, al hacer transbordo en la estación central; pero merece la pena si se tiene en cuenta que uno va a vivir, no sólo a visitar lugares.
La Tiburtina ofrece todo lo necesario al alcance de la mano: tiendas de comestibles, ultramarinos, grandes superficies, tiendas de electrodomésticos y magníficas conexiones con el resto de la ciudad.
Definitivamente, si alguien me preguntara dónde puede alojarse, le diría que la zona no es mala para llevar una vida en la capital italiana. No obstante, si uno va a pasar allí poco tiempo, nada como Piazza di Spagna o el Trastevere, ya que permiten un mayor grado de compenetración con la ciudady conocimiento de la misma.
Recuerdo que debajo de casa teníamos tres fruterías, dos ópticas, dos 24 horas, cuatro supermercados cuyos productos estaban a muy buen precio, dos estancos, un cine para adultos, un taller mecánico, un enorme parque y dos lindas plazas; además había bares y locales de comida rápida; aunque no recomiendo a nadie comer en el McDonalds cercano, ya que, además de la triste y nutritivamente pobre comida, el servicio es lo peor que hay en este mundo, como si allí se concentrara todo lo que no es útil en el país. También había farmacias, un locutorio, pescadería, tiendas de ropa y un sinfín de negocios. Todo ello, para el regocijo y la tranquilidad del visitante, en menos de cuatro calles.
En cualquier caso, no es fácil ni agradable encontrar vivienda. A diferencia de lo que puede ocurrir en ciudades españolas como Granada, la mentalidad romana es la de hacer perder el tiempo a los futuribles inquilinos. Recuerdo que yo tenía en mente visitar cuatro apartamentos en distintas zonas, de los que sólo pude visitar uno.
Al poco eficiente modo de hacer italiano, gracias al cual uno puede perder todo un día sin que se remuevan las conciencias, hay que añadir el enorme desinterés por la ley, conducta muy propia de los países mediterráneos.
La inmensa mayoría de los apartamentos y habitaciones puestos en alquiler en Roma se habitan sin contrato legal y, en consecuencia, los precios son elevados y poco acordes con la realidad interior de las viviendas. Esto hace de Roma una de las ciudades más caras de Europa y, por supuesto, la más cara de Italia.
Sólo tuve suerte, siempre lo he afirmado y lo afirmaré, con los coinquilinos: un chico siciliano con quien compartí habitación, un chileno y su novia napolitana, y una chica y su novio, ambos calabreses. Todos ellos se dedicaban en mayor o menor medida al arte, y su amabilidad, lealtad y entrega se correspondían perfectamente a la de la mayoría de ciudadanos italianos...excepción hecha, claro está, de quienes pretendían hacer negocios con los viajeros.
En serio, si alguien pretende vivir en Roma, ha de ser cuidadoso con el precio, la ubicación y el estado de la vivienda. Yo terminé conociendo la Roma "bohemia" pero otros no tuvieron tanta suerte y llegaron a pagar hasta 400 o 500 euros por una habitación compartida. Toda una estafa contra la que no parece hacerse nada.
Pero finalmente lo conseguí. Ya estaba alojado y mis compañeros fueron mi mejor apoyo, el lugar era perfecto para un viajero, y vivir se hizo bastante sencillo. Tiburtina, esa era la zona donde viviría, esa era la zona que vería mis andanzas, esa era la zona desde la que Roma se abriría a mí.
Hay muchas tiendas por la zona, pero pocas en las que puedas encontrar vino a las 11 de la noche..., aunque el que la sigue la consigue.
ResponderEliminarBueno, los horarios son algo diferentes a los que estamos acostumbrados en España, obviamente. No obstante, hay dos tiendas de excelentes vinos muy cerca de donde vivía.
ResponderEliminarAlberto, no digas que no lo pasaste en grande con Nacho corriendo a por sangre de Cristo.
La verdad es que lo pasamos muy bien, echamos una noche muy buena, y la cena riquísima.
ResponderEliminarClaro, éramos magníficos cocineros.
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